Sombras largas

No tengo la menor duda; para mí ha sido un año inmenso porque a comienzos de diciembre recibimos a un nuevo miembro de la familia, mi sobrina Greta, que ha venido con toda su revolución de lloros y de sonrisas a cambiarnos de golpe la vida. Yo me lo imaginaba, pero después de tantos sinsabores, recibir a la primera hija de mi hermano, la primera nieta de mi padre, ha sido lo mejor que nos ha pasado en mucho tiempo.

Seguro que en estas páginas otros compañeros han reflexionado sobre la mezquindad política que nos agota, con las elecciones y su posterior polvareda que todavía flota en el aire, así que no iré por ahí. Solo diré que, después de muchos años trabajando en la sección de programas, yo empecé 2019 en informativos y me imaginaba un verano plácido, tranquilo, sin reportajes sobre el concurso de ranchos ni entrevistas a la reina de las fiestas. Pero no, el verano fue un festival en el Parlamento con grupos estrella, artistas invitados, teloneros mediocres y una acampada de medios de comunicación de toda España. Este festival llegó antes que MUWI y a diferencia de ese, aún está por ver cómo acabará la fiesta.

Durante estos doce meses he leído bastantes libros aunque he dejado alguno sin terminar; cada vez tengo menos paciencia. Uno de esos que abandoné a medio camino de lo malo que era tiene una frase que yo he recordado mucho, porque viene bien para definir el tiempo político que nos está tocando vivir. El libro se titula 'La primera y la última nieve', y su primera frase dice así: «Para ser dioses falsos, proyectaban sombras largas».