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LA SOMBRA DEL AVELLANO

Anecdotario ·

Viernes, 17 de mayo 2019, 09:32

El día de San Isidro siempre me recuerda a mi abuelo porque con esas manos grandes y ásperas con las que plantaba puerros y podaba cepas también cogía delicadamente el paso del santo y lo llevaba en procesión por las calles de Briones junto a ... otros labradores como él. Le resultaba simpática la leyenda de los bueyes, y recuerdo escucharle contarla mientras partía nueces y avellanas en la cocina. «Dicen que le hacían ellos solos la labor». Luego se callaba, comía una avellana y seguía partiéndolas sobre el hule de aquella mesa redonda. Mi abuelo, que se dejó la vida en los surcos de las huertas y las viñas arando y regando y podando y abonando y obrando el prodigio de que la tierra diera fruto con su sudor, tenía ciertas dudas sobre el milagro de su patrono.

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