Solo son piedras

Razón no le faltaría. Dejarnos caer el puente Mantible es de gilipollas. No ha sido mala suerte. No es mala suerte que, entre tanto alcalde y alcaldesa de Logroño, se haya derrumbado justo cuando por fin había un proyecto para consolidar sus restos. No es mala suerte que hayan pasado años sin intervenir en él dejándolo expuesto al deterioro natural tras décadas y siglos de expolio a mano del hombre. No es mala suerte que no se haya actuado por emergencia como contempla la ley. No es mala suerte no haber sido capaces de acordar con el País Vasco un proyecto integral. Y por supuesto no es mala suerte que haya una riada en pleno invierno. La mala suerte es ser tan rematadamente gilipollas.

Dejarnos caer lo poco que quedaba de un monumento que debería estar considerado una de las maravillas de nuestro particular mundo antiguo muestra la nula sensibilidad hacia el patrimonio histórico artístico y en general hacia la cultura. Es analfabetismo. Es propio de primates.

En lugares como Mantible siempre recuerdo el final de 'El planeta de los simios', cuando Charlton Heston buscando el camino de regreso a casa acaba ante las ruinas de la Estatua de la Libertad varada en una playa, hundida hasta la cintura; todo cuanto queda de un tiempo de esplendor que ya nunca podrá ser recuperado.

Me pregunto, mirando esta mañana de lluvia el vacío que ha dejado el derrumbe, si seremos capaces de ver algún significado en ese fracaso que es toda ruina. Me pregunto de qué caminos seremos cruce sin la capacidad de sostener en pie los vestigios de nuestra historia. Y me pregunto también qué desafío colectivo podremos afrontar con posibilidad de éxito si somos incapaces de salvaguardar al menos nuestras raíces.

Lo sé: solo son piedras. Son los pilares de esta tierra.