Pedro Sánchez aprovechó el pleno del Congreso previsto para extender el estado de alarma y convalidar los decretos económicos y de empleo que ha ido desgranando el Gobierno para convocar a partidos, agentes sociales y comunidades autónomas de cara a un «acuerdo de reconstrucción nacional» ... y anunciar una tercera prórroga dentro de quince días. El desarrollo de la sesión parlamentaria evidenció que ni siquiera la pandemia atenúa las divergencias partidarias que amenazaban con malograr la legislatura hace un mes. La precariedad de apoyos que mostraba el Gobierno antes de la emergencia se agudizaron ayer en la votación de sus iniciativas, con la salvedad de la declaración del estado de alarma. Pero el presidente no pareció inquietarse por ello, como si el apurado aval a sus decretos fuese suficiente para liderar un país en zozobra.

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Harían bien el Gobierno y los socialistas en evitar ya la evocación de los Pactos de la Moncloa. Haría bien el PP de Pablo Casado en acortar distancias respecto a la responsabilidad que entraña afrontar el coronavirus. A la luz del pleno parlamentario de ayer, Sánchez no está en condiciones de recabar en el plazo de una semana la anuencia precisa para avanzar hacia un acuerdo de país. El Gobierno se ha pasado un mes superando etapas frente al Covid-19 cuya definición y características forman parte de su privativo acervo. Pero no puede pretender que los demás «arrimen el hombro» al 'desescalamiento' semanal que se decida en La Moncloa a partir del 26 de abril cuando el regreso a la normalidad social y productiva entraña mayor complejidad y requerirá mayor concurrencia de empeños diversos que la escalada restrictiva.

Es imposible que se abra paso un gran consenso para la reconstrucción social y económica de la España posterior a la pandemia si previamente no se generaliza la coincidencia ciudadana e institucional sobre las prevenciones de salud pública que han de mantenerse en adelante. Será imposible que el presidente proceda a una tercera prórroga del estado de alarma si no se trabaja de antemano un espacio compartido con la oposición parlamentaria, los actores económicos y sociales, y las administraciones territoriales. Y ningún acuerdo será de alcance si no parte de una sintonía básica entre los dos primeros partidos –el PSOE y el PP–, por loables que sean los oficios de Ciudadanos.

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