Solidarios aquí y en Nueva Zelanda
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Los tasqueros de la Laurel andan allegando unos euros entre su gente para comprar moda prêt-à-porter de primavera-verano (mascarillas, epis, guantes...), para acercársela a las residencias de mayores. Como esperan que les sobre, han pensado en hacer una inversión a plazo en ... el Banco de Alimentos. Solidaridad bien entendida, libre del polvo del marketing y de la paja del interés. Salvo excepciones, el empresariado de la Laurel tiene acreditados algunos máster en economía de guerra, porque en esta calle única es más lo que parece que lo que es. Detrás de casi todas esas barras golosonas, detrás de tantas noches de 'no hay localidades' en casi todos los garitos, se esconden escandalosas cifras de gasto de alquiler. Porque tener una lonjita en Laurel es como tener un tío en América. Se lo cuento a Bruno y sale con que el Gobierno de Nueva Zelanda se ha recortado el sueldo el 20%. Le miro con cara de «se me ocurren unos cientos de altos cargos de esta parte del globo que ya podían, ya...».
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