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Dicen que la Navidad sabe a mazapán y huele a caramelo pero bien sabemos que ese aroma es muy volátil porque, mirando detrás de lo aparente, la Navidad huele también a soledad. Bajo los millones de luces que llenan pueblos y ciudades hay un desierto ... de melancolías y un océano de soledades. Detrás de las pantallas de nuestros móviles o en medio de un bar lleno de gente también se respira un desamparo del ánimo, esa sensación de sentirse huérfano entre la multitud. Hacemos cosas para engañar la soledad pero a la soledad no se la ahuyenta tomando unas cervezas cuando vive dentro y no se comparte porque asusta mostrar los sentimientos.

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larioja Soledades