Secciones
Servicios
Destacamos
Nos dijeron desde pequeñas que éramos del sexo débil. Quizás no de una manera directa, pero lo sabíamos porque nos lo hicieron creer. Crecimos con la convicción de que no éramos capaces de hacer aquello con lo que soñábamos. No siempre eran grandes afirmaciones o ... hechos. A veces era un simple «vete a jugar con las niñas» cuando tú querías estar con los chicos o, en mi caso, no tanto estar con ellos sino hacer lo que ellos sí que podían hacer. En otras ocasiones un «compórtate como una señorita». Y ahí te quedabas visionando lo que las otras niñas de tu edad hacían a ver si hallabas la respuesta a la cuestión de y ser una señorita, ¿qué es?.
Muchas sucumbieron a sentirse más pequeñas y menos capaces de lo que realmente eran y son. El grupo de niñas inconformistas, entre las que tengo el orgullo y la desgracia de encontrarme, luchamos en solitario para hacernos escuchar gritando que nosotras no éramos menos que nadie. Sin embargo, la pelea deja huella y no siempre da resultados. Agota la sensación de tener que estar en una guerra constante en tus círculos personales y profesionales para hacerte valer. Una sensación de estar exhausta a veces habita tu interior construyendo su cobijo a costa de tu salud mental y física.
Y ahí estamos muchas mujeres. Algunas lo verbalizan, buscan ayuda y construyen una torre no desde la que luchar, sino que les permita estar más cerca de alcanzar sus metas. Otras, sin embargo, lo callan y se lo guardan para sí ya que no todas las guerras son públicas. Hay mujeres guerreando en sus luchas internas y haciendo un trabajo constante de aceptación y afirmación de que son libres de ser la versión de ellas mismas que quieran ser.
En esas estaba yo, librando batallas, algunas de ellas en solitario, cuando hallé a un grupo de mujeres que con su relato vivencial compartido me sirvieron de espejo. Con ellas aprendí cosas que no recordaba que sabía. Que no estamos solas, que vivimos en comunidad, que somos manada de leonas que podemos salir juntas, hombro con hombro, para lograr nuestros objetivos. Que no somos competencia, sino compañeras. Que si nos tocan a una, nos tocan a todas. Que el logro de una, es el de todas. Que los obstáculos con los que tenemos que lidiar por haber nacido y ser mujeres es una circunstancia común y que todas debemos abrazarnos, transmitirnos nuestra energía como un escudo protector y rugir para que se nos oiga más lejos. Y es así como la lucha de una, es la lucha de todas. Porque nuestro enemigo es común y es la discriminación por razón de nuestro sexo en todos los ámbitos de nuestra vida.
Muchos son los ejemplos, pero algunos son de actualidad. Y ahí va mi apoyo público a las reivindicaciones de mejoras de los derechos laborales de las educadoras de escuelas infantiles de 0-3 años. Unas mujeres que dedican su saber profesional al cuidado y a la educación de las y los más pequeños. Una labor altamente vocacional, pero que requiere de mejoras salariales porque la vocación no paga facturas. A las profesoras de mi hijo y a todas las mujeres que luchan por la mejora de sus condiciones, aquí está esta leona para arrimar su hombro en su lucha.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.