Todo empezó, a los ocho años de edad gracias a la conversación entre mi madre y un gran amigo suyo que nos abrió este mundo que, a día de hoy, es mi segundo hogar. Porque tras 24 años, mi grupo scout es un hogar, una ... familia, una comunidad, una cantidad sin fin de experiencias que me hacen ser quién soy yo. Y soy así y no de otra manera porque el escultismo se te queda grabado en la piel como un tatuaje de tinta invisible, pero que se siente en cada paso que das en la vida. Porque, como diría un gran referente, la pañoleta pesa y en los momentos cruciales, cuando tienes que decidir por qué camino tirar o con qué actitud afrontar la vida, la sientes y ella te orienta sobre tu devenir. Porque siempre hemos caminado juntos, compartiendo todo y es que, si echo la vista atrás, no soy capaz de imaginar mi existencia sin acabar encontrando en el desván de los recuerdos un acontecimiento vivido con mi grupo o un hecho importante en mi vida que no haya compartido con ellos.

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El escultismo es educación en valores a través de la vida en la naturaleza, la asunción de responsabilidades desde edades tempranas acordes a cada momento vital. Los scouts son hermandad y sororidad, son ayudar al compañero porque solo con el éxito de todos podemos ser felices con el nuestro propio. El escultismo es pararse a pensar, a reflexionar sobre quiénes somos y quiénes queremos ser. Es disfrutar de las pequeñas cosas, de ser independientes, pero también serviciales y solidarios. Los scouts también son noches infinitas sin más compañía que un manto estrellado y una guitarra. Son marchas que parecen eternas y que luego son recuerdos imborrables. Son ese compañero que te prestó su ayuda en un momento de necesidad, ese momento de desahogo con el resto en un momento complicado de tu vida. También es ese abrazo colectivo con la llegada de alguien al campamento o las risas infinitas por momentos vividos y rememorados una y otra vez. Y es el refugio en la tormenta porque cuando no sabes a donde ir, sabes que la puerta del local estará abierta para ti. Los scouts son muchas cosas, para cada uno es algo diferente, pero, al mismo tiempo, muy parecidas porque construimos la memoria colectiva de los grupos a los que pertenecemos.

Y esto no es algo de unos pocos locos que creen firmemente en que otro mundo es posible. Actualmente, somos más de 57 millones de scouts alrededor del mundo, de los cuales en España estamos en activo 34.000 scouts, 7.000 de ellos personas adultas voluntarias que dedicamos parte de nuestro tiempo libre en educar en valores a personas entre los 6 y 21 años de edad. Estamos en formación constante, además de las titulaciones pertinentes y de las que cada persona voluntaria posea por su trayectoria académica y profesional. A ello se le suma la experiencia de los grupos porque somos porque otros fueron y una vez scout, siempre scout y las vivencias de los que estuvieron sirven de aprendizaje para los que seguimos estando.

Y esta columna va dedicada a uno de mis pilares vitales para que una noticia con titulares no acertados no empañe la realidad. Somos buena gente, responsables y convencidos de que otra forma de vivir es posible, que no necesitamos tanto, que solo nos necesitamos los unos a los otros. Buena caza y largas lunas.

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