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E l miedo se te agarra a la espalda, se queda justo en medio de los omoplatos y por más que intentas despegártelo, soltarlo de ahí, no hay forma, porque está en ese punto en que es imposible rascarse y sólo puedes seguir con el ... bicho encima, como el que lleva una mochila cargada de ladrillos. Yo juego con mi hipocondria al ratón y al gato, le voy enseñando chistes sobre la plaga a ver si afloja un poquito, luego le cuento los datos buenos, miramos las estadísticas y le hablo de la gente a la que ya han dado el alta, entonces consigo que se vaya por un rato, a veces largo; así de entretenidos vamos pasamos los días.

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larioja En el sofá