La cita ayer en la Moncloa entre Pedro Sánchez y el nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, sirvió para que ambos, y singularmente el presidente español, subrayaran la sintonía de los dos gobiernos de la misma familia ideológica en la Europa que lidia con la pandemia ... y afronta los desafíos comunes de la sostenibilidad financiera, la transición ecológica y la transformación digital. La continuidad de Sánchez en el poder y el regreso al liderazgo en Berlín del SPD tras la 'era Merkel' han resucitado a una socialdemocracia seriamente erosionada por la Gran Recesión y el resurgir de los radicalismos populistas. Pero resulta excesivo deducir, como reitera el presidente, que esa misma socialdemocracia esté resultando triunfante de la crisis de la covid e, incluso, que sea la ideología que mejor responde a «la dignidad» de los ciudadanos. La reunión Sánchez-Scholz evidenció no solo los lazos que unen a España y Alemania; también las diferencias que anidan entre dos gobiernos que han de velar por sus respectivos intereses nacionales antes que por su inspiración política más o menos compartida. Y la renacida socialdemocracia está sometida a examen en una Europa –y un mundo– de actores múltiples y exigencias de creciente complejidad.
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