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Hacer una mudanza es meterse a uno mismo en cajas para llevarse en procesión desde el pasado al futuro con parada en un trastero nuevo, vacío, luminoso y hambriento de cachivaches. Las empresas que las hacen deberían rotular sus furgonetas en tamaño gigantesco: «Se hacen ... mudanzas y se dan ánimos», porque el que abandona la casa vive esos días desquiciado. Lo estoy padeciendo yo y esto debería estar prohibido por el médico de cabecera, no compensa. He tenido ganas de tirarlo todo al contenedor como un insensato, sin saber si la caja de cartón que va para la basura está llena de camisetas de propaganda o contiene el reloj de bolsillo y los gemelos de oro del abuelo.

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larioja Sísifo