La sirvienta

Supo desde el principio que la relación con Dios le daría fuerza, firmeza y medios para hacer lo que veía que debía hacerse: ayudar a las chicas. «¡Que triunfen las chicas!», solía decir.

Ya sé que hoy la palabra sirvienta puede sonar mal. Tan mal como sonó cuando la pronunció Jesucristo al decir: «No he venido a ser servido, sino a servir». Pero detrás de todo servicio a los demás hay mucho amor, mucho compromiso, mucho valor. Vicenta María decidió servir (cuidar) a mujeres muy valiosas para muchas cosas, responsables y honestas, a las que solo les quedaba el servicio en las casas de otros para emanciparse económicamente. Sucedía en el siglo XIX y sucede hoy, siglo XXI.

Se alejaban de la miseria de muchos pueblos, donde no tenían ni recursos económicos, ni posibilidad de estudiar, ni proyección alguna de progreso social. Una vez en la ciudad, con frecuencia, caían en lo que todos nos podemos imaginar.

Vicenta María no organizó ni participó en ninguna manifestación por estas mujeres. Tampoco se afilió a ningún partido político, ni echó ningún discurso en el Parlamento sobre la igualdad. Hizo otra cosa: se remangó y, con la entrega de su vida y la entrega de otras pioneras del feminismo en su tiempo, con hechos concretos (no con palabras y pancartas que se lleva el viento), hizo mucho bien a las jóvenes de su generación y de las siguientes.

Vicenta María –la sirvienta de la película– se volcó en dignificar la condición de aquellas jóvenes que mientras buscaban y encontraban algún trabajo que mejorase su condición, con demasiada frecuencia, recibían malos tratos, vejaciones e injusticias que vulneraban sus derechos más elementales. En este empeño, nuestra protagonista dejó los mejores años de su corta vida.

Las religiosas de María Inmaculada ('monjas del Servicio Doméstico' les dicen cariñosamente) están extendidas por medio mundo. Doy fe –porque hace muchos años que las trato– de su actitud de servicio como expresión de afecto. Sienten como suyas las necesidades de los demás.

Casi todos los días, en la residencia que tienen en Avda. de la Paz, Logroño, contemplo la realidad de mujeres necesitadas de trabajo y de adaptación previa para conseguir un empleo en España, y con qué empeño estas religiosas evitan que se sientan extrañas o prescindibles.

Muchas ya son ancianas, pero saben que sirviendo a los demás sirven a Jesucristo, quien dijo y vivió aquello de: «Lo que hicisteis a alguno de estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicisteis».

Vicenta María fue una mujer realmente pionera en mejorar la condición social de la mujer, impulsada por la convicción, nacida de la fe, de que cualquier mal solo se combate y elimina haciendo mucho bien. Inculcó esto a sus compañeras e hijas de religión.

¿Por qué recomiendo ver la película 'La sirvienta'? Porque la voz y la vida de Santa Vicenta María llevará al espectador a reconocer la fortaleza y la valentía de una mujer empeñada en hacer el bien, sin necesidad de recurrir a la política (lugar donde hoy y siempre se denigran muchos nobles ideales). También conocerá a una mujer llena de luz, con una experiencia espiritual que le inspirará y le reconciliará con el hombre de hoy.

La temática de la película ejemplifica la lucha pacífica por la dignidad de la mujer hasta las últimas consecuencias. Vicenta María tiene mucho que decir a nuestra gente de hoy. Y lo que dice, lo dice con su vida, con hechos, no con palabras. Eso es lo que atrae.

Por cierto, la propia actriz española que da vida a Vicenta María entregó hace unos días al papa Francisco la primera copia de la película, a la par que le manifestó el afecto de todo el equipo, del director y de las religiosas presentes en la audiencia. No dejen de verla también ustedes.

En Vicenta María ha triunfado el amor.