El resultado de la convocatoria anticipada de elecciones del 23 de julio, esperando clarificar la situación política de España, ha conducido al escenario actual en el que los grandes bloques ideológicos de izquierda y de derecha sacan pecho para poder gobernar un país que podría ... convertirse en más ingobernable si, en lugar de apoyarse en antiguas fracturas, reproches mutuos, anuncios catastróficos y alguna que otra propuesta bizarra, no se dirigen esas fuerzas tan malgastadas hacia la búsqueda de la estabilidad que los ciudadanos merecen, en un país de progreso y democrático.

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Contemplamos con el alma en vilo regateos y enfrentamientos, acusaciones mutuas y desplantes que no encaminan sino al bloqueo y la polarización, recordando otras situaciones de consecuencias trágicas o que han conducido a nuevas elecciones buscando una nueva mayoría emergente resistiendo filas hasta ellas, cuando solo una gran coalición puede abrir nuevas perspectivas, no desde lo emocional (en lo que parecen escudarse PP y PSOE) porque acrecienta los antagonismos, sino desde lo racional.

Señorías, en vez de modales groseros, aspavientos catastrofistas para hacer sucumbir al contrario, ¿por qué no dirigen sus fuerzas racionales y diplomáticas como consumados profesionales de la política y actúan en consecuencia, buscando acuerdos y evitando la polarización que están provocando, hacia una coalición de derecha e izquierda que se ha demostrado posible en emblemáticos países democráticos en Europa como Suiza, Alemania, Dinamarca, Bélgica o Islandia? ¿Por qué abundar en el enfrentamiento basado en los síntomas del enfermo en lugar de catalizar fuerzas preguntándose sin falsa retórica cuál es la realidad y la corresponsabilidad habida en ella, dejando de lado la hipocresía y el oportunismo electoral?

¿Por qué no es posible eludir el drama catastrofista antagonista en pro de una gran coalición que abra nuevas perspectivas? Los neófitos en política como la que escribe no dejan de hacerse estas preguntas ante un escenario tan polarizado que, sabemos históricamente, solo acarrea desastres mayores. Es dramático que, en lugar de abordarlo corresponsablemente, se cuide más la puesta en escena que el núcleo de la cuestión. No queremos un país polarizado, potencialmente trágico, sino un país democrático, de consenso, buenos modales y líneas claras de progreso compartido. Si bien en la política actual española no se ha dado un gobierno que haya salido de un pacto entre el gran bloque de derecha (PP) y el de izquierda (PSOE), ¿por qué no abrir la vía con inteligente serenidad?

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