Una característica común en ciudades y núcleos de población es la proliferación de grafitis (o grafitos según la RAE), y Logroño tampoco está libre de ellos. Aparecen en cualquier superficie: paredes de viviendas sin habitar pero también en habitadas, edificios ruinosos y nuevos, en el ... centro y en la periferia urbana, en ventanas o muros, en comercios sin vida pero también en otros activos que diariamente levantan la persiana con grafitis pintados afeándolos, generalmente; vallas, monumentos históricos, asfalto, mobiliario urbano, trenes, etc., y hasta rocas o árboles; nada escapa a la fiebre grafitera que, salvo loables excepciones (como el aerosol de los peces en Barcelona), embrutece ciudades, pueblos y alrededores.
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Esta manifestación alegal expansiva de algunos no es un fenómeno contemporáneo. Los antiguos romanos producían algunas inscripciones espontáneas en los muros ajenos con carácter político o satírico, como muestran muros en Pompeya, Herculano o en las catacumbas de Roma.
Estas pinturas espontáneas se asocian hoy con la cultura 'hip hop' e incluso hay algún artista emergente, o grafitos declarados espacio de interés como el Graffiti Arte de Logroño, sito en Marqués de San Nicolas. El impacto de la mayoría no es atractivo visualmente, suelen ser una fea expresión de algunos, poco cívica, que sufren los demás. Tags con firmas, palabras a veces soeces, otras ininteligibles y patrones repetidos de trazos enmarañados inundan muros y fachadas, preguntándonos si el derecho a la manifestación espontánea pública de algunos debe regularse donde comienza el derecho de ciudadanos, propietarios o inquilinos de los edificios, comercios, etc. embrutecidos, sin consulta previa, permiso ni licencia que, o los sufren o pagan para que desaparezcan sin aval de que sean reproducidos.
Pocos grafitos son admirables. Cada vez que golpean mi mirada recuerdo la belleza y arte de los trampantojos con los juegos de perspectiva realizados por profesionales y artistas reconocidos para embellecer paredes de edificios. Los romanos diferenciaron los grafitis espontáneos y furtivos en el exterior de las viviendas ajenas de los sofisticados y delicados trampantojos con los que decoraban su interior. Sería deseable regular el embrutecimiento urbano mediante el falso arte de la mayoría de grafitis, multando su práctica alegal, dejando espacios para la expresión libre de quienes ahora invaden el derecho/propiedad de otros, acercándolo a la belleza respetuosa del trampantojo que logra embellecer ciudades sin lesionar los intereses ciudadanos. Es preciso diferenciar arte, arte callejero, grafiti incívico, y respeto; éste, según Cicerón, conserva la convivencia.
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