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Las matemáticas no fallan, así que si mis padres tuvieron trece nietos y yo dos hijas el resultado es que soy once veces tía. Mientras escribo esto parece que estoy viendo a mis sobrinos, alineaditos como en un equipo de fútbol maravilloso. Y lógicamente se ... dibuja en mi cara una gran sonrisa con cada uno de sus nombres y sus rostros. Desde que ellos vinieron al mundo, son para mí como una versión mejorada de mis cuatro hermanos, tan bien vestidos, tan repeinados y tan cariñosos. A medida que nosotros vamos cumpliendo años, los chavalitos van dando pasos importantes en sus estudios y en sus vidas. Todavía en las reuniones familiares nos referimos a ellos como «la mesa de los niños», pero lo cierto es que ya todos rondan la veintena.
Esto que les digo no es nada extraordinario, porque los sobrinos son como un ensayo para los nietos y me consta que a muchas personas les pasa lo mismo, que a cada uno le vemos su gracia y no seríamos capaces de elegir a uno. A veces ellos me eligen a mí para que yo relate sus pequeñas vivencias y por eso no es la primera vez que me refiero a ellos: a Sergio, que es un gran profesor de Inglés; a Ángela, que tiene muy claro que será inspectora de Hacienda; o a Pablo, que es un librepensador. Hoy le toca el turno a Elvira, hija de mi hermano Esteban, porque ha sido premio extraordinario de Bachillerato y además ha obtenido una puntuación en la EBAU de quitarse el sombrero. Es una gran alegría comprobar que el deseo de mis padres (especialmente de mi madre) de que fuéramos estudiosos y personas de provecho se ve cumplido con creces.
Cuando me enteré de su proeza no me sorprendí demasiado porque Elvira es una niña pegada a un libro desde muy pequeña, pero sé que también le gusta mucho salir y divertirse. Ha sido un año complicado para todos, pero sinceramente no sé cómo hubiéramos reaccionado los jóvenes de mi época en un confinamiento. Lo que puedo decir es que, en general, los chicos y chicas de la edad de Elvira están demostrando que son bastante razonables. Por eso me entristece que los jóvenes sean noticia normalmente por el dichoso botellón. Aquí en Logroño, ya saben ustedes que hay una polémica porque los dueños de los bares reclaman al Ayuntamiento para que no puedan ir al parque de Ebro y se lamentan de que no consumen en sus establecimientos.
No seré yo quien defienda que se baje la guardia en cuestiones de seguridad y de prevención de los contagios, al contrario. Pero les propongo que, además de esos reportajes de fiestas al aire libre con los jóvenes irresponsables (que los hay, por supuesto), alguna vez sean noticia esos que llevan meses sentados en una silla estudiando.
Que algún medio de comunicación hubiera enviado una unidad móvil al cuarto de mi sobrina Elvira para hacerle una entrevista y que nos hubiera explicado cómo se ha metido entre pecho y espalda las fórmulas de Química o un capítulo del Quijote.
Y que, dicho sea de paso, la silla de Elvira sea tan visible como el banco del parque del supuesto botellón.
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