El 2020 se convirtió en el 'annus horribilis' por un virus letal desconocido que se apoderó de nuestras vidas sembrando miedo y dolor, restringiendo nuestras libertades, cambiando la vida y desestabilizando las economías mundiales. El 2021 se entreabre con incertidumbre y esperanza, con el reto ... de recuperar el horizonte de acción perdido.
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El hermetismo y falta de transparencia de China, cuna del virus letal que un año después de su descubrimiento en Wuhan ha originado más de un millón y medio de muertos y la crisis sanitaria mundial más grave desde hace un siglo, desconcierta; más aún observando los festejos multitudinarios de Año Nuevo en Wuhan. Se van conociendo las características del virus y logrando en tiempo récord vacunas esperanzadoras, pero no está claro su origen (natural o de laboratorio), si tiene relación con los casos de 2012 en el cantón de Mojiang, ni demostrado las hipótesis de su transmisión lanzadas por las autoridades chinas (la del pangolín, la contaminación importada del extranjero mediante productos congelados, o la del mercado de Wuhan) de veracidad improbable. Todo aquel que intenta ofrecer informaciones fuera de lo estrictamente controlado por el politburó es una amenaza a la seguridad nacional y condenado sistemáticamente, como la reciente sentencia de 4 años de prisión contra la ciudadana Zhang Zhan por emitir imágenes de Wuhan delatoras del uso de la intimidación durante el confinamiento. Según el presidente chino, toda amenaza potencial contra la seguridad militar, cibernética, económica, ambiental y sanitaria debe ser abortada; la tarea de los expertos de la OMS será ardua.
El Banco Mundial indica que, a pesar de la desaceleración internacional debida al coronavirus, su economía crecerá un 7,9% previendo que en tres años supere a la norteamericana con drástico retroceso de las economías europeas. Sus exportaciones aumentaron con un superávit de 75.420 millones de dólares, el más alto desde 1981, debido a la demanda mundial de bienes para superar la pandemia (equipos protectores, productos electrónicos para teletrabajar, etc.).
Es paradójico que el país en el que hace un año aparecía el nuevo y misterioso virus lo haya vencido con tanta rapidez y eficacia a la vez que su economía crece, más aún cuando es cuestionado por violar derechos humanos, la censura y contaminación a gran escala. A tenor del gran número de pérdidas humanas y económicas provocadas por la pandemia, China tiene un deber de transparencia con la comunidad internacional que no ejerce.
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