Él sigue ahí

1.488 personas han sido ingresadas en la región con diagnóstico confirmado de COVID. Junto a ellas ha permanecido el colectivo sanitario. Médicos, enfermeras, auxiliares, celadores. Personas que recibieron a porta gayola al virus. Que miraron a la cara a un ser vivo con una colosal capacidad de propagarse y una determinante habilidad para matar.

Profesionales que han vivido en primera línea de fuego y en sus propias carnes situaciones dramáticas. Que no sólo se han jugado sus propias vidas y han velado por las de los demás. Han sido también quienes cogieron de la mano a aquellos que se iban y no podían estar con sus familiares. Los que volvían 'llorados' a casa.

Personas con la muesca de la mascarilla en el rostro y la mella del sufrimiento en el corazón. Pero también, profesionales de la fortaleza, la entereza, la resistencia.

Ahora que muchos piensan que hemos surfeado la ola es tiempo de volver a apelar a la responsabilidad individual. Porque, como dijo Sartre, mi libertad termina donde comienza la de los demás. Y precisamente por ello tu (pretendida) libertad para no cumplir con las exigencias sanitarias (mascarillas, lavado de manos, distancia social...) acaba donde comienza mi libertad de disfrutar de un entorno saludable. O, al menos, de procurar que así sea.

La vida ha vuelto a vivir.

El planeta ha demostrado que sigue siendo un buen lugar para habitar.

No hagamos que la vida y el planeta se lo replanteen.

P.D. Gracias Inma, Natalia, Ana, Sonia, Eva, Alejandra, Pilar, Virginia... A vosotras, porque os conozco. Al resto, al amplio resto, gracias también. Porque aun sin conoceros, sé que habéis estado ahí. Y porque no sólo el virus: también vosotras y vosotros ahí seguiréis.