Joan Manuel Serrat anuncia la retirada de los escenarios tras dos conciertos en Madrid y tres en Barcelona, antes de cumplir 79 años este mes. Una decisión a la altura de la imagen pública que siempre le ha acompañado; consciente de que, como manifestó «no ... pesan los años sino los daños», abre un nuevo ciclo de vida sin aferrarse al pasado para dejar paso a otras prioridades. Se aleja un símbolo de una época con una imagen firme, no estridente, mesurada pero entrañable, íntegra y coherente con sus convicciones que, a veces, han comportado duras sanciones como el breve exilio al renunciar cantar en Eurovisión (1968) si no era en lengua catalana, con la que convive naturalmente como lengua paterna junto con la materna (castellana).

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Cauto, inteligente y mesurado, ha marcado estilo y reflejado un tiempo, personal y profesionalmente, lejos de la imagen histriónica cultivada por otros. El Nano del Poble Sec se hizo a sí mismo paso a paso, con una guitarra como gran compañera de vida, lejos de su formación profesional. En la exitosa carrera desplegada desde 1965, ha vivido la fama, laureles y reconocimiento nacional e internacionalmente, optando por un estilo de vida discreto, sin estridencias.

Fruto de un tiempo, pero flexible para adaptarse a otros, descrito como amigo insobornable, firme defensor de sus convicciones, pero templando posicionamientos enfrentados, mantiene el timón de vida en Cataluña con fuerte anclaje español y universal. Lega una amplia aportación artística pero también social como necesario modelo de sobriedad, mesura, integridad e inteligencia, fiel a los suyos y orígenes.

El esfuerzo desplegado conduce a un voluntario adiós a tiempo con el trabajo hecho. Ha cantado con ternura a lo íntimo: al amor temprano ('Paraules d'amor') o compañero fiel en la vejez ('Els vells amants'), a la soledad discreta ('La tieta'), al origen mediterráneo (Mediterráneo), a la fuerza juvenil ('Ara que tinc vint anys'); ha advertido del cuidado medioambiental ('Pare'); ha anclado en el imaginario popular grandes autores como Machado o Miguel Hernández cantando a la libertad ('Para la libertad'), a la pobreza digna y valiente ('Nanas de la cebolla'), a la valentía de vivir 'Caminante no hay camino', o rechazado la doblez ('Algo personal'), entre un largo etcétera.

Su obra y amigos (Sabina, Víctor Manuel, Ana Belén, Miguel Ríos o Vázquez Montalbán), dan fe de su altura como persona. Gracias Joan Manuel por acompañarnos recordando que «se hace camino al andar».

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