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No sé si tuvo usted ocasión de escuchar presencialmente el lunes pasado la conferencia pronunciada por el presidente Sánchez ante, entre otros, representantes de las jerarquías económicas del país, este país. Un servidor no pudo acudir porque mi chica me tenía guardada entrada para un ... concierto de 'Puro Relajo' y no iba a dejar de sacar provecho a la oferta cultural de mi Maite.
Ese mismo día, mientras este chaparrito regresaba hacia su jacal tras una de las frecuentes visitas que los enfermos crónicos hacemos a esos boxes amados denominados hospitales, leí en Diario LA RIOJA que desde hace unas semanas personas valiosas, fundaciones riojanas y objetos identificadores de la idiosincrasia de esta tierra estaban siendo trasladados u orientados más o menos delicadamente desde la sede del Instituto de Estudios Riojanos hacia diversas estancias capitalinas alejadas del Palacio de los Chapiteles. En el escrito se manifestaba que docenas de investigadores habían firmado ya un manifiesto previendo el peligro que –según ellos– se cernía. Toco madera de bosque riojano.
El miércoles este lector navarro se tranquilizó plenamente acerca del futuro de las instalaciones del IER, al repasar las sumamente ponderadas y aclaratorias declaraciones de la presidenta autonómica Concha Andreu acerca del asunto aludido. Estas explicaciones presidenciales me impulsaron a considerar temeraria –como mínimo– esa reacción de tantos investigadores e investigadoras. Por otra parte, es seguro que las nuevas localizaciones son bastante más ventajosas que las anteriores porque, examinados los testimonios oficiales sobre las numerosas sustituciones habidas en el Gobierno autonómico, absolutamente todas se prevén tan eficaces –si no más– como las pretéritas, y mira que es difícil. No va a ser el IER la única institución que va a ir a peor precisamente...
No obstante, para que en el futuro no se dé un terremotillo semejante en esta guapa y adormecida capital ribera a causa de la irrupción en un edificio cultural por parte de una simple consejería política y poco más, propongo que, ahora que mandamos en La Rioja y en Madrid los mismos –ustedes me entienden–, pasen los líderes autonómicos todos los organismos e instituciones políticos al monte Cantabria, mítica ciudad que volvería a ser la envidia de los vecinos alaveses y navarros, tenidos por modelos a veces. No lo determinaron ustedes en tiempos de don Pedro Sanz; aprovechen ahora la ocasión. Qué suerte tenéis los logroñeses: siempre os quedará Cantabria (sin falta de iros a París, como en la película aquella).
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