Lo de siempre

Y les cuento lo anterior porque en Barcelona, y como ya me imagino que saben, para el próximo jueves 19 del mes en curso se ha previsto celebrar una cumbre entre el presidente de Francia, monsieur Macron, y nuestro querido y nunca bien ponderado presidente Sánchez. ¿El motivo de semejante celebración?, pues muy sencillo. Viendo cómo están las cosas, pero creyéndose que las cosas están bien, nuestro 'presi' y sus adláteres asistirán a una cumbre para certificar el final del procés y «visualizar las normalizaciones entre el Gobierno Central y la Generalidad» (Que conste que tal y como veo las cosas esto no sé exactamente qué es lo que quiere decir).

Pero ocurre que, aunque la idea esta no nos parece mala del todo, debo decirles que, de entrada, los organizadores se ha encontrado con un problema de difícil solución y que no es otro que la lógica ausencia del señor Puigdemont.

Porque estando así las cosas y no teniendo el fugitivo nada mejor que hacer que seguir aburriéndose en Waterloo, ¿cuál de estas dos posturas pensarán ustedes que el buen hombre adoptará?. ¿La de arrimar el hombro de una puñetera vez, para conseguir que se normalicen las relaciones entre Madrid y Barcelona o la de salir al paso pidiendo la movilización del país para defenderlo «ante unos ilusos enterradores»? (Puigdemont dixit)

Pues no pierdan el tiempo porque la respuesta está clara y ya les adelanto que, por pasar, pasará lo de siempre. Una vez conseguida la eliminación del delito de sedición, se reformará el de malversación y la cumbre será todo un éxito y después de esta se celebrará otra en la que de nuevo se intentará torcer la mano al Gobierno y se volverá a regar a Cataluña con la mayor cantidad de fondos europeos con los que se riega España. Y se les dará y se les dará y se les dará, y luego, en una nueva mesa de negociación, volverán a exigir derechos inexistentes y todos los flecos habidos y por haber que vayan saliendo por el camino. Ya saben. No les canso más. Siempre la misma tabarra. Siempre igual. ¡Oigan!, y no se aburren.

Hasta el domingo que viene, si Dios quiere. Y ya saben, no tengan miedo.