Señales

Es un termómetro infalible el teléfono del lector, y ahora que ya no hay canción del verano hay que observar bien las señales como los romanos miraban el vuelo de los pájaros para tener la certeza absoluta de que ya estamos en tiempo de disfrutar. Aquí hay signos muy cercanos que van instalándose en nuestro calendario estival: vuelven esas llamadas al teléfono del lector, regresan las filas frente a dellaSera, las terrazas se abarrotan cuando el sol afloja su aguijonazo y hay críos en bicicletas por los pueblos de la sierra. Esas son nuestras señales ahora que ya no hay posado de Ana Obregón en la arena ni rumores de fichajes asombrosos en la prensa deportiva.

En Juego de Tronos Tyrion relata el viejo cuento que le narraba su ama de cría cuando era pequeño: «Si los hombres son buenos, los dioses otorgarán al mundo un verano que no acabará nunca». Es nuestro sueño de siempre, y lo demuestran cada año las fotos que han vuelto a redes sociales igual que aves migratorias: los pies en la orilla de la playa o la copa de vino blanco en un chiringuito. Este año se combinan con las de la vacunación, pero en el fondo ambas cuentan el mismo mensaje. «Eh, miradme, estoy aquí y quiero aprovechar la vida».