Semana de Pasión

Tenía que ser eso, o la cosa se había puesto mucho peor en el Atlético de Madrid. Supongo que Íker Jiménez ya estará preparando un especial para averiguar las causas esotéricas, no visibles en toda su dimensión al ojo humano, que explican las causas de este fenómeno de desapariciones, de hundimientos, que aunque no constituya una novedad en cualquiera de las tres tierras, acumula un historial de misterios. ¿Qué capítulo de 'Friends' nos perdimos? A medida que transcurría el jueves era más difícil recordar cuándo había empezado todo esto. Eran la 'next generation'. Con lo jóvenes que son todavía. Del coche nos fuimos a un Bar y al VAR. Justo para ver en la televisión el gesto –calculado, sexy– de la Musidora de Sol, retirándose de espaldas la mascarilla que le cubría hasta los ojos, unos hermosos ojos de imaginería doliente, de Dolorosa, perfectamente pensados para el metralleo de las cámaras, situadas enfrente del Paso. Y sin que le temblara el rimmel. Para volverse a continuación a rostro descubierto.

Ayuso está a tres-dos-uno del musical. Isabel, el musical. Ya he comentado en alguna ocasión cómo el gesto de retirarnos la mascarilla ha introducido en nuestra vida cotidiana una nueva forma de micro 'striptease'. Pues en este momentazo-desvelamiento de Isabel fue cuando nos percatamos de lo que sucedía: y es que se había adelantado en Madrid el calendario de la Semana de Pasión y habíamos pasado, sin darnos cuenta, del Jueves Santo (recuérdense lo hechos de esa jornada: la última cena, Judas, el huerto de los olivos, en fin...) al Viernes de Dolores.

Todo eso, como conclusión de varias semanas de cuaresma, entre Casero y Carromero, pasando por un domingo castellano-leonés no puede decirse que de ceniza en las urnas, pero lejos de uno glorioso de resurrección.

Pues este jueves no hubo tampoco milagro. O habrá quien piense que sí. Y todo esto sería, como mucho, un grotesco de régimen interno, si no fuera porque resulta nefasto para España. Porque, ironías aparte, nada de lo que pasa en los partidos no es ajeno. Y esto que está sucediendo y de las maneras tan obscenas en que está sucediendo en el PP, un partido de Estado, necesario, al margen del reparto de papeles y de móviles en el drama, que se irán esclareciendo (o no), este cisma a cuchillo resulta de una irresponsabilidad y de una temeridad política sin precedentes en nuestra historia reciente (tendría que remitirme, salvando alguna distancia, a los acontecimientos de 2017 en Cataluña), y que no puede conducir más que, como factura al tacticismo y a los errores de cálculo, a un agravamiento de la calidad democrática. Y con un troyano ya dentro. Estamos en un maldito embrollo. Aunque, atención, porque a Ayuso todo suele acabar viniéndole bien. En esa reinversión consiste el ayusismo. Resumiendo: que no hacía falta armar este número para, por unos días, desviar la atención de 'Montealto'. Ya íbamos sobrados de morbo y sustos.