El año 2022 pasará a la historia de las relaciones internacionales por el inicio de la guerra de Ucrania. La invasión rusa ha sacudido las conciencias de los dirigentes de cuarenta países, unidos para frenar el expansionismo de Moscú, y ha servido para fortalecer de ... nuevo la alianza transatlántica. Al mismo tiempo, este conflicto también ha puesto de relieve la pérdida de peso occidental en el mundo. La mayoría de los países representados en Naciones Unidas no ha condenado una agresión que viola los principios básicos que vertebran a esta organización. China respaldó a Rusia con la creación de una alianza estratégica unas semanas antes del comienzo de las hostilidades y a pesar de los errores estratégicos cometidos por Putin mantiene este apoyo. El otro gigante asiático, India, se ha mantenido en un plano ambiguo, con una economía cada vez más dependiente de Occidente, pero sin reducir significativamente las importaciones de armas y energía que recibe de Moscú. Más allá de Ucrania, asistimos a un proceso de desglobalización, en el que la fragmentación del comercio y la tecnología refleja las tensiones crecientes entre potencias. El nacionalismo, el proteccionismo y el populismo son tres virus que han venido para quedarse y crecen en países con muy distinto grado de desarrollo.

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La competencia entre EE UU y China se ha convertido en la preocupación central de la geopolítica, mientras las instituciones internacionales sufren un debilitamiento progresivo. La seguridad y no la prosperidad es el objetivo más perseguido. Tras la parálisis global de la pandemia, entramos en una nueva era marcada por las grandes rivalidades. Acuciados por la necesidad, los europeos hemos dado pasos para salir del ensimismamiento en el que vivimos y empezamos a aprender el lenguaje del poder, sin el cual no seremos capaces de defender nuestros intereses. La Comisión Europea ha crecido en estatura política al financiar la ayuda militar a Kiev, con un Alto Representante, Josep Borrell, convertido en un estadista que nos recuerda a diario la dura realidad de ser una isla pacífica en un mundo muy peligroso. La Unión Europea ha aprobado hasta ocho paquetes de sanciones a Rusia y se revitalizan los planes para una defensa común. En especial, Alemania ha girado y está en vías de convertirse en un actor clave en estas cuestiones. Los grandes retos globales como la emergencia climática, las transiciones energéticas, la lucha contra la pobreza o las migraciones se analizan desde el prisma de la seguridad. Pero esta palabra ya no es un bien público, sino una angustiosa aspiración de distintos actores que compiten entre sí en un mundo desordenado.

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