El portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, en una sesión plenaria en el Congreso E. P.

Recuperación y secesión

Hay Presupuestos, lo cual es para alegrarse. Otra cuestión es a qué precio se han aprobado

Miércoles, 7 de diciembre 2022, 00:29

El pesimismo económico con que afrontamos el otoño empieza a disiparse. Los datos que vamos conociendo anticipan que la ansiada recuperación avanza, quizás no tan rápido como prometía el Gobierno, pero más deprisa de lo que se esperaba. La dramática inflación de corte latinoamericano de ... los primeros momentos, que tanto temíamos que habría llegado para quedarse, ha cedido sensiblemente, más incluso que en otros países europeos gracias en buena medida a la caída de la factura eléctrica. Pero no es lo único que empieza a mostrarse alentador en el panorama que nos augura unas navidades más relajantes.

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El empleo, uno de los problemas crónicos que proporcionan mayor angustia, se está recuperando a un ritmo que no se esperaba. Este noviembre mostró los mejores resultados desde que existen registros. También aumentó la inversión empresarial, que explica el descenso del paro y el consumo doméstico. Algo han aumentado los ingresos, lo cual ha alentado a las familias a gastar más y quizás a tirar con mayor holgura de los ahorros realizados durante la pandemia. A todo esto hay que añadir que ya están aprobados los presupuestos para el nuevo año.

Pocas veces a estas alturas de diciembre podía decirse lo mismo. Hay Presupuestos, de lo cual no cabe menos que alegrarse. Otra cuestión es a qué precio se han aprobado. Muchos temen que haya sido a través de un endeudamiento político a largo plazo. La supresión en marcha de la ley que penaliza la secesión preocupa y exacerba los ánimos de muchos votantes, no tanto por el riesgo inmediato del regreso de la fiebre independentista en algunas comunidades como por las esperanzas que pueda suscitar en quienes lo pretenden.

Las argumentaciones inocuas que se dan de esta cesión no resultan convincentes. Se asegura que en los países democráticos apenas se contempla, aunque luego resulta que son pocos los que no adoptan cautelas constitucionales en diferentes términos para frenarla y penalizarla. La supresión del delito de secesión, que se teme llevará sin que pase mucho tiempo al independentismo a insistir en la reivindicación del referéndum, una iniciativa recalcitrante sin retroceso, coincide con ejemplos contrarios en tres países muy importantes como democracias y como potencias. El Reino Unido, igual que antes había hecho Canadá con Quebec, ha frenado en seco las pretensiones de los nacionalistas escocesas. Y en Estados Unidos la independencia no es viable. Hace dos semanas que el líder del intento de golpe de Estado propiciado por el expresidente Trump fue condenado. Y allí los indultos no se prodigan.

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