El grupo parlamentario de Unidas Podemos ha presentado, junto a EH Bildu y ERC, dos enmiendas al proyecto de Presupuestos del Estado sobre un asunto tan sensible socialmente y tan complejo jurídicamente como la protección a los deudores hipotecarios sin alternativa habitacional, así como para la prohibición de los desahucios y cortes de suministro mientras dure el estado de alarma. Pablo Iglesias señaló ayer que a su formación no la «votaron para hacer amigos, sino para revertir algunas injusticias», lo que deja en mal lugar a sus aliados del PSOE en el «Gobierno de progreso» tras incumplir una cláusula del pacto de coalición que condiciona la formulación de enmiendas al previo acuerdo entre los socios. Pedro Sánchez confirmó que no renunciará al apoyo de la izquierda abertzale a las Cuentas y alegó que intentará que otras fuerzas se sumen a su aprobación.

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Es probable que el Gobierno logre una holgada mayoría en torno a su proyecto. Incluso que alcance una suma aritmética comparable o superior a aquella con la que salieron adelante la mayoría de los Presupuestos precedentes. Pero no por ello contarán con la coherencia política y el rigor económico que requiere el momento. La búsqueda del voto de EH Bildu afecta a la solvencia institucional del Ejecutivo, aunque el presidente soslaye el problema. Si nos atenemos a las enmiendas al articulado presentadas por la formación que lidera Arnaldo Otegi –que en buena lógica serían la materia de negociación–, no hay en ellas tintes revolucionarios ni señales rupturistas. Cosa distinta es que la suma de los millones de euros con que la izquierda abertzale pretende incrementar el gasto, añadida a los requerimientos de los demás partidos en disposición de secundar al Gobierno, agravaría el déficit y la deuda sobre los que ayer avisó la Comisión Europea ante unas previsiones de recaudación en exceso optimistas.

Otegi anunció el respaldo a los Presupuestos «si no se tuercen las cosas». Aunque no parece que su grupo vaya a disgustarse en el supuesto de que sean desestimadas sus enmiendas parciales. Porque lo que verdaderamente le interesa es naturalizar su presencia en Madrid de la mano del Gobierno para que así se disipen las exigencias de que se retracte de su pasado y condene el terrorismo de ETA. Es lo que descoloca al PSOE, aunque Sánchez no quiera darse por enterado.

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