Salir a ganar

El yayo Tasio está abotargado y ausente, como vacío por dentro. Después de meditarlo largamente, rumiar su malestar con el mundo y escuchar muchas voces que le alientan a dar el paso, ha tomado la decisión: va a crear un partido. Ojo, no uno más. ... Su proyecto va a ser único, singular, genuino. Absolutamente puro. Un partido con sus siglas y todo, sede a pie de calle, bolis con el logo, Twitter y democracia interna. Por tener, tendrá hasta un sector crítico que de vez en cuando se rebelará contra el criterio oficial y amenazará con escindirse para formar otro partido nuevo y presuntamente mejor. Un partido que jamás podrá ser como el del yayo, porque el suyo no tendrá una ideología. ¿Para qué? Las tendrá todas. Su organización será a la vez de derechas y de izquierdas, ultraconservadora y socialdemócrata, con el regionalismo en su ADN sin dejar de ser centralista, extremista y de centro a la vez, feminista pero machirulo. Nadie podrá decir que no vota al abuelo porque no le convence su ideario. Unos principios transversales que persiguen la sostenibilidad. Todo verde, inclusivo e implementado con realismo sin renunciar a la utopía. Un programa que nos sacará del atraso de siempre, nos situará a la vanguardia de todo, nos dejará mejor que la media. El partido que ha venido a llenar el espacio que llevaba tantos años vacante es tan original que no aspira a la victoria. Como lo oye. A diferencia de otras formaciones que salen a ganar con brío y desprecian las encuestas pesimistas porque la única encuesta válida es la del día de las elecciones y tal, la de Tasio no tiene en mente arrasar. Nada de rodillos, que le den a la mayoría absoluta. Al yayo le sirve con un puñado de votos. Tampoco demasiados. Los suficientes para superar el umbral y lograr un escaño. Un asiento que, por supuesto, ocupará él y le convertirá en crucial e intocable. La llave para aprobar políticas audaces, legislar a saco y mejorar la vida. Sobre todo, la suya.