Hubo un día, allá por el año 2018, en que a un Gobierno se le ocurrió crear en La Rioja 'La ruta de los tres valles'. ¿Para senderistas? ¿Para amantes del monte y la naturaleza? No. Para motoristas. 1.303 curvas en 188,8 kilómetros ... que atraviesan 29 municipios de la región. Un itinerario singular por su belleza, proclama la información promocional.

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Los valles del Najerilla, Iregua y Leza asumen así esa invitación debidamente señalizada para que el rugir motero irrumpa en parajes y entornos como Sierra Cebollera (Villoslada de Cameros), el mirador del Cañón del Río Leza (Soto en Cameros), las Dolinas de Zenzano (Lagunilla del Jubera), los hayedos de Tobía o las cuevas de Ortigosa de Cameros.

A esos bellos parajes en muchas ocasiones se accede por retorcidas carreteras, con los peligros que conlleva. Esas rutas se sumergen en la Reserva de la Biosfera. En Zonas de Especial de Protección de Aves, como el Cañón del Leza, en el que, por cierto, se invita al silencio para no perturbar a las aves. Tan paradójico es que incluso la del Leza es una de las 'Rutas del Silencio' establecidas por el Gobierno riojano. Se puede remontar el río hasta el Cañón en una Ruta del Silencio mientras, a unos metros de altura, por la LR-250 circulan los de la Ruta Motera.

Las carreteras son de todos, no cabe duda. Pero ya instalados en la discriminación positiva a la hora de crear rutas, podrían otorgar la 'prerrogativa' a las personas con mechas californianas.

Y un aviso para navegantes. Quedan cuatro valles por motorizar. Yo, ahí lo dejo.

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