Hay días en los que lo deseable sería dar carpetazo, mimetizarse con la tierra y meditar entre girasoles al sol. Las cuestiones del señor Rufián a Mariano Rajoy en la comisión Kitchen invitaban claramente a evadirse de este planeta y rogar por un relevo político ... que tenga algo más de altura. Algo que, por otra parte y visto lo visto, no debe entrañar demasiada complicación.

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Si el fin de una comisión de investigación es el de arrojar luz, el portavoz de ERC pinchó claramente en hueso y no solo no consiguió sacar nada en claro sobre el espionaje ilegal al extesorero del PP Luis Bárcenas, la 'caja b' de los populares o la relación del expresidente con el comisario Villarejo, sino que además mostró cierta confusión con las fechas. Ni atinó con el año en el que Rajoy comenzó como diputado ni con las fechas en las que fue ministro del Interior, y para rizar el rizo, ironizó con si el gallego realmente algún día fue presidente.

Si no estaban en El Hormiguero, como así le recordó hasta en dos ocasiones el de ERC, poco se diferenció su intervención de la de los desnortados colaboradores de cualquier show televisivo que buscan garantizarse una buena racha de 'bolos', un 'poli', otrora una portada en 'Interviú', para poner el colofón, si se da la talla de 'mazao', en una isla rodeado de 'pibones'.

Sin duda son otros tiempos, es otra política, más de barro que de altura, que bien podría emitirse en 'prime time', entre los tentadores, los habitantes de la casa más secreta y la de Gran Hermano, pero VIP, claro.

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