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Me regaló mi padre una caja de cartón de zapatos con la sorpresa de encontrarme dentro, que no me lo dijo, gusanos de seda. Y en principio era como tener latiendo en mi habitación un juguete que solo necesitaba retirar la agujereada tapa para contemplar ... ese pequeño asombro diario. Y como para aplacar su voracidad pedían siempre las solas hojas de un árbol, a la fronda de moreras del cielo subía yo el otoño en la salva de mi balón de fútbol. Hojas que recogía y llevaba a casa como mi madre iba al mercado cada día.

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larioja Una caja de cartón de zapatos