Hace un par de años que Concha Andreu viajaba a Madrid a estrenar en Ferraz el traje chaqueta de presidenta que tanto le había costado terminar de hilvanar. De su encuentro con el compañero presidente Sánchez salió radiante, con un espléndido ramo de rosas rojas ... y delicadísimas paniculatas y una encomienda: «Concha, tú serás la próxima secretaria general del PSOE en La Rioja». No se trató de un vaticinio visionario como de una orden, un mandato expreso del jefe sin posibilidad de alegaciones. Aquella primera semana de septiembre todo empezó a cambiar en el PSOE riojano. Y de qué manera. Las bicefalias no son para el PSOE. Ocón quedó condenado como mejor reconocimiento a un trabajo tan bien dirigido que había acabado con decenios de mandato popular en la región y que había guiado al Palacete de Vara de Rey a una mujer que unos meses antes era casi una desconocida. Andreu está hoy a tres días de cumplir el encargo que le hizo Sánchez al tiempo que le entregaba aquella gavilla de rosas y paniculatas. Será la secretaria general del PSOE de La Rioja y de los daños colaterales de aquella prescripción.
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