Ay, la resignificación. No sé si hacerla desde el petardeo eurovisivo no es otro paso atrás para las mujeres. Lo que sí sé es que no hemos podido resignificar 'maricón' y tampoco vamos a poder resignificar 'zorra', que nos la siguen tirando a la cara ... como un escupitajo. Pero, al menos, es más divertido reivindicarse moviendo el bullarengue copa mediante. Más que himno feminista, es himno gintonista.

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En cualquier caso, se ha montado el pollo. Qué hartura. «Ya no puedo más tirar del carro», que decía la Benito. La otra Rosa, la Parks, fue activista de los derechos de los afroamericanos, pero la Benito lo ha sido de los derechos de las señoras de España, que ella se vino arribísima cuando ganó 'Supervivientes' y tuvo cuartos suficientes como para mandar a Amador más allá de las lindes de Torrejón de Ardoz. Al final, gran parte de la liberación de la mujer es cuestión de dinero. Como tantas otras cosas.

Rosa demostró poderío pasados los cincuenta. Y los sesenta. Por eso, como a mi compañero columnero Pío García, a mí también me caen estupendamente los ganadores del Benidorm Fest, porque «hay que tener ganas y escasa artrosis para plantarse así ante el público». Y tanto. Una está muy por el mamarrachismo en general y por la rebelión menopaúsica en particular, que si a esa edad no puedes hacer lo que te salga de la faja, apaga y vámonos. Pero eso tampoco les parece bien a algunos: ahora han criticado a Madonna por tener los brazos arrugados. María Bas, la cantante de 'Zorra', ha sido más lista: ella se ha tapado los suyos y les ha destapado el culo a los bailarines. Ya me lo dijo mi madrina, la mujer más elegante que conozco: «A partir de cierta edad hay que ponerse una manguita». Rebelde con mangas.

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