Racismo orgulloso
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Hay un racismo salvaje, abiertamente orgulloso de serlo, destinado a infligir todavía más dolor, si cabe, a unos padres que viven la peor situación que se puede vivirSecciones
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A LA ÚLTIMA ·
Hay un racismo salvaje, abiertamente orgulloso de serlo, destinado a infligir todavía más dolor, si cabe, a unos padres que viven la peor situación que se puede vivirEl domingo, entre luces de Navidad y maletas en las que no cabía ni una sudadera más, hablábamos con el heredero acerca de a qué ciudad le gustaría irse a hacer un Erasmus. Mientras, Leul Alba, un chaval melillense de veinte años que estudia en ... la Universidad de Murcia, ya estaba haciendo el suyo en Lille (Francia). Lo que no sabíamos aún es que Leul había desaparecido el pasado viernes, ni que en el momento en que nosotros dejábamos a nuestro hijo en el andén con los besos, los abrazos y las recomendaciones de rigor («abrígate bien», «no comas tantas porquerías», «estudia»), los padres de Leul, que le habrían hecho las mismas recomendaciones a su hijo, que le habrían dado los mismos besos y los mismos abrazos al despedirlo, viajaban hacia Lille muertos de miedo y de angustia. No imagino una pesadilla mayor.
Leul es negro. El dato no es baladí en este caso, porque algunos que en estos días se llenan la boca de turrones y de deseos de paz y amor, también se la han llenado de insultos racistas que han vomitado en Twitter. Y no es un racismo encubierto, ese que va seguido de un 'pero', ese que practican los que jamás en la vida se considerarían racistas porque tienen una muchacha dominicana limpiando en casa, porque cruzan dos palabras con el mantero al que le compran bolsos falsos o porque se les saltan las lágrimas viendo 'Matar a un ruiseñor'. No, este racismo ni siquiera se intenta disimular; es un racismo salvaje, abiertamente orgulloso de serlo, destinado a infligir todavía más dolor, si cabe, a unos padres que viven la peor situación que se puede vivir. Afortunadamente, por cada desgraciado que ha insultado a Leul, han salido cuatro personas decentes a plantar cara. Es el único consuelo.
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