«Ustedes los hombres qué buenos que son, no tienen espinas en el corazón», cantaba Teresa Rabal. Algunos tampoco tienen dos dedos de frente, al menos cuatro de cada diez, que son los que se sienten discriminados porque la igualdad ha ido demasiado lejos. Esto, ... puesto sobre la barra del bar o sobre la mesa del consejo de administración, es que nos hemos pasado de rosca. Que ya no se nos puede decir nada. Que no sabemos aguantar una broma. Que van a tener que firmar un contrato antes de enrollarse con una tía por si luego los denuncia. Que cómo pueden ser ellos machistas si tienen madre, esposa e hijas. Que qué queremos más. Pues conseguir la igualdad real, hijos, qué vamos a querer.

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Porque no, no la hemos conseguido, y ahí están las cifras que demuestran que sigue existiendo la brecha de género. Sí, en 2023. Sí, después de toda la turra que os hemos dado y que os ha hecho sentiros perdidos, desprotegidos, acorralados, acojonados. Mira, como se han sentido las mujeres muchas veces. Otra cosa es que ustedes, señores míos, no quieran ver los datos porque no les interesa. Pues vale.

Lo que sí parece que interesa es colocar al feminismo en medio de una batalla ideológica, convertirlo en un punto de desencuentro no solo entre hombres y mujeres, sino también entre nosotras (un 32,5% de las encuestadas piensan lo mismo que los hombres), que a muchos les pone vernos luchar en el barro. Pero el feminismo sin aditivos, sin conservantes ni colorantes, es el «movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres», según la RAE. Y eso lo suscribe cualquiera con sentido común. Por cierto, de los 41 sillones de la RAE, solo 8 están ocupados por mujeres. Ay, ustedes los hombres.

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