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Mariscos y pescados. RC
Acción política de los mariscos

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A la última ·

Mi padre no entendía que a alguien no le gustara el marisco, como tampoco entendía que yo llevara el pelo al dos o que los socialistas hubieran llegado al poder

Sábado, 2 de marzo 2024, 00:16

En mi casa, cualquier excusa servía para comprar gambas, o cigalas, o nécoras. Sobre todo, recibir visitas: si venía una amiga a comer, había marisco. Y si a mi amiga no le gustaba, mi padre, devoto de los bichos con bigote, comenzaba con la jaculatoria ... de Nuestra Señora de la Gamba Roja: que si cómo no te va a gustar, que si está fresquísima, que si está riquísima. Al final, la pobre no tenía más remedio que tragarse una. Pero aún le faltaba el tiro de gracia: «¡Cómete la cabeza, mujer, que te has dejado lo mejor!», le decía, y clavaba sus ojos en ella hasta que cogía la cabeza y la chupaba con un asco infinito. Mi padre no entendía que a alguien no le gustara el marisco, como tampoco entendía que yo llevara el pelo al dos o que los socialistas hubieran llegado al poder. Le resultaba incomprensible que lo que él consideraba bueno o malo no lo fuera también para todo el mundo. Que se lo digan a mi santo que, ante la insistencia de su futuro suegro, se vio obligado a comerse unas mollejas de cordero. Aquella fue una muestra de amor verdadero.

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