El relato de verdad
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Ante el falso prestigio de las novelas que hay que leer en mesas de matar marranos, contaba que las siestas de sus hijos sólo le permitían escribir historias brevesSecciones
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Ante el falso prestigio de las novelas que hay que leer en mesas de matar marranos, contaba que las siestas de sus hijos sólo le permitían escribir historias brevesEn los años 50, Alice Munro era un ama de casa que escribía a la vez que tenía hijos (tres seguidos y una cuarta más tarde). Ante el falso prestigio de las novelas que hay que leer en mesas de matar marranos (eso no lo ... decía ella), contaba que las siestas de sus hijos sólo le permitían escribir historias breves. ¡El relato! El de verdad, no la palabra usurpada por paletos de la política y el periodismo. Ni que fuera más fácil. Ya saben lo de Cicerón («Si hubiera tenido más tiempo hubiera escrito una carta más corta»).
En el discurso del Nobel, que no fue a recoger, escribió: «Nunca pensé que escribir desde una perspectiva femenina fuera importante, pero nunca pensé en mí misma siendo otra cosa que mujer». Aunque ella creía no poder compararse con Willa Cather o Carson McCullers, lo cierto es que estaba a la altura de Chéjov, Henry James o Maupassant. La manía, incluso de las propias mujeres, de compararse con otras mujeres, es otro techo.
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