Una noche regresé a casa después de cenar y tomar copas con compañeros de la radio universitaria. Me iba a coger un taxi y una de las chicas vivía en mi camino. Me ofrecí a llevarla. Me dijo que sus principios le impedían ir en ... taxi. No sé qué clase de principios serían ni me interesaba intercambiar palabras con semejante taruga. Mis principios impedían que a las dos de la madrugada algún tarado me diera un susto.

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Hace unos años el ayuntamiento de Santurce creó un servicio de acompañamiento (la policía municipal y una empresa de seguridad) para las que lo quisieran durante las fiestas. Leo que la Diputación de Bilbao «desaconseja» los planes para acompañar a mujeres en contextos de ocio nocturno porque naturalizan las agresiones y hay que poner el foco en el agresor. Serán sus principios. No se naturaliza nada, se toman precauciones. Sí, las mujeres tenemos derecho a ir por donde queramos. Pero mejor acompañadas. O en taxi.

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