Hemos visto la imagen de un señor (es un decir) masturbándose en un taxi barcelonés conducido por una mujer. Cuenta ella en El Periódico: «Cuando fui a darle el cambio, me di la vuelta y lo vi masturbándose. En ese momento le recriminé su actitud ... y se hizo un poco el loco». Serán sus costumbres. En cuanto a las nuestras, la normativa no permite las cámaras. Y las taxistas de Barcelona, a las que les pasan cosas como esas habitualmente, más graves o menos, quieren que se les permita instalarlas para su propia defensa y la de los usuarios. Oye, si el cliente no quiere una cámara, que no suba. ¿Tienen que violarnos?, se preguntan.
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La que lleva la cámara prefiere pagar una multa y estar más segura. El día 1 en Madrid, cogí el taxi que conducía una chica joven. Me dijo que su padre había salido en Nochevieja y se sacó 500 euros. «Como él no tiene lo del miedo y eso», me dijo como lo más normal del mundo. Porque es lo más normal del mundo.
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