Veo gente que se queja de que la fórmula de «marido y mujer» en las bodas es machista. Y también «la mujer de», que es como si fuera propiedad del marido. Entre amigas, nos reíamos de quienes llamaban al cuarto, la alcoba; al pelo, cabello, ... y decían «mi esposo». En América les sonará bien decir mi esposa y mi esposo, pero yo no pienso decirlo. Aquí cualquiera se molesta con lo que sea.
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No sé si tengo que molestarme por Infantino en la final del Mundial femenino, cuando el lío por llevar zapatillas blancas con el traje. ¿Por qué? No se pondría zapatillas en la final del Mundial masculino. Ahora tocará molestarse por la rebaja de pena a uno de los miembros de La Manada. Por la aplicación de la ley de libertad sexual de Irene Montero. Si se molestan las impulsoras y validadoras de la ley tendrán narices. Pero las tienen. Y claro que molesta el abogado de La Manada hablando al respecto de «justicia poética». Poética no es, pero justicia sí.
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