Boris Johnson siempre ha tenido una relación pintoresca con la verdad. En todos sitios cuecen 'beans'. Cuando era corresponsal en Bruselas de The Telegraph, lo mismo escribía que la UE iba a prohibir los plátanos con curvas que a regular el tamaño de los ataúdes ... y que los 350 millones de libras que el Reino Unido aportaba semanalmente a la UE podían ir a la sanidad británica. Con el 'brexit' no pasó. Como primer ministro también mintió. Y despreció las normas que su propio Gobierno imponía (las fiestas en Downing Street durante la pandemia).
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Con la publicación de sus memorias sabemos que las mentiras no son lo peor. Confiesa que planeó invadir Holanda para hacerse con vacunas. Con barcos pequeños, como lo de Dunkerque. Si llevamos semanas asombrados por el Mossad (con lo de los buscas), Boris Johnson reconfirma que la realidad, incluso en grado de tentativa, hace que la ficción siempre sea la otra, como en la copla de Concha Piquer.
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