El otro día vimos a Gabriel Rufián llegando al Congreso con un chándal de cuerpo entero y una maletita. El pantalón era de esos tan desabrochables que los puedes utilizar de 'stripper'. La siguiente vez que lo vimos ya iba vestido de diputado. Como el ... jueves, cuando le preguntaron por la cantada de Aldama. Con su traje y su ser achandalado dijo que lo que vemos (los vé él) son «jueces que prevarican. Cayendo en el ridículo, pidiendo el certificado de matrimonio». Como si al juez Peinado no le interesara saber el régimen económico del matrimonio de Begoña Gómez y Pedro Sánchez. Una estaba en el Congreso el día en que debutó Rufián con esa voz como de estar hablando desde dentro de una tinaja. Con sus melonadas. Sustituí a David Gistau en la crónica parlamentaria. Me mandó un mensaje: «Hija de puta, menuda suerte». Para escribir lo era. Pero ya está bien con la broma. Con que tipos que llegan en chándal tengan esa inviolabilidad e inmunidad.
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