Un buen novio, dice Rita Maestre que era Íñigo Errejón. La pobre se ha visto obligada a dar explicaciones de su relación en una carta de dos folios. Está «abrumada y conmocionada». Y da por hecho que todo es cierto, oye, ni una miaja de ... presunción de inocencia. La chica ha descubierto que algunos de los episodios sucedieron cuando aún era su novio (bueno, ella dice su «pareja»). Se ha dado cuenta de que los agresores que suelen presentarse como monstruos son un padre, un hermano, un compañero de trabajo. «Ahora no es una teoría ni un lema; es mi vida».

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Se lamenta de no haber visto sus «múltiples caras». Aunque feo como él, aquí no sirve lo de Lincoln: «¿Cree que si tuviera otra cara llevaría puesta esta?». Con la espeluznante violación múltiple y reiterada de Gisele Pélicot se nos recuerda mucho su dignidad y eso de que la vergüenza tiene que cambiar de bando. Claro que no es justo, pero si yo fuera Rita Maestre estaría muerta de vergüenza.

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