Otra ronda

El granero del cine de no ficción concita, cada vez más, un prestigio proporcional al interés del público por una parcela que le introduce en espacios y contextos rigurosos. Hace unos días el espectador riojano tenía la ocasión de visionar 'El disidente', de Bryan Fogel, sobre las reacciones al asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi. Hoy, en clave musical, y de la mano del experimentado cineasta/documentalista, Julian Temple, responsable de títulos como 'Principiantes' (1986), entre otros, se adentra, con su estilo heterogéneo y currado, en la figura de Shane MacGowan, líder de la banda de rock irlandesa The Pogues.

Un trabajo poderoso y vertiginoso visualizado con un esquema tradicional, con aportaciones de varias voces y recursos como la animación, y donde sobresale las apariciones del propio cantante, figura icónica, con su problema dental como sello inconfundible. Obra sobria, compacta y electrizante cuyas dos horas son un ejercicio de cariñoso homenaje.

A Shane, con 3 años, su tía le daba todos los días cerveza para aturdir su mente y así inculcar el catecismo y atornillárselo en el cerebro. A esa educación ejemplar le siguió una juventud empapada en alcohol en el Londres donde los Sex Pistols rugían y acuñaban una música feroz. Con esos antecedentes, al cóctel, sólo le faltaba las canciones de raíz irlandesa que MacGowan escuchaba a todas horas desde niño. Así nació el mito de The Pogues y el de Shane MacGowan.