Mi madre ejerció como modista desde que tenía 13 años. Toda una vida dedicada a la costura. Hace unos días, hablando con ella de cómo está su oficio en la actualidad, me contó que son muchos y muchas las que estudian hoy día Diseño de ... Moda, pero que hay enormes problemas para encontrar sastres que ejecuten las creaciones que aquellos diseñan.
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No es el único sector aquejado de una alarmante falta de profesionales. No tenemos camareros ni cocineros para la hostelería, ni dependientes para el comercio, obreros para la construcción, camioneros para el transporte, ni gente que quiera dedicarse a la agricultura o la ganadería. Tampoco hay suficientes médicos ni enfermeras, las residencias de mayores tienen enormes problemas para contratar auxiliares y es casi imposible hallar electricistas, fontaneros o mecánicos, entre otros muchos oficios.
Las estadísticas confirman esta percepción: el 80% de las empresas en España afirma no encontrar a los profesionales que necesitan, un porcentaje que es aún mayor en La Rioja, superando el 81%. Se podría concluir, a bote pronto, que hay trabajos, pero que no hay trabajadores para cubrirlos, ni siquiera con la incorporación de inmigrantes. Sin embargo, en el otro lado encontramos que nuestra tasa de paro está en torno al 12%, elevándose la de paro juvenil hasta casi un 30%, la más alta de toda la Unión Europea.
¿Cómo es posible que sea difícil localizar trabajadores cuando hay 2,5 millones de parados? Gobierno y sindicatos dicen que no falta mano de obra, sino mejores condiciones laborales. Y tienen parte de razón. Muchos jóvenes universitarios ven que lo que les ofrece nuestro país, resumido en salarios bajos y precios de la vivienda por las nubes, hace imposible que puedan emanciparse, por lo que deciden irse al extranjero. Pero este no es el único problema y haríamos mal en cerrar los ojos y no reconocer una situación que es palpable incluso a pie de calle.
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En primer lugar, hay que actuar en el sistema educativo, ampliando la oferta formativa en aquellas profesiones más demandadas, fomentando de verdad la Formación Profesional y agilizando los procesos de reconocimiento de títulos extranjeros, que hoy se demoran hasta límites exasperantes. En segundo lugar, hay que hacer más atractivos los oficios a nuestros jóvenes y también a los padres, porque la epidemia de 'titulitis' universitaria que hay en este país sigue estando muy presente y a ello no ha ayudado la desmedida autorización de decenas de nuevas universidades, sobre todo privadas. En tercer lugar, hay que recuperar cierta cultura del esfuerzo entre los jóvenes, a los que quizás hemos sobreprotegido en exceso, sobre todo ante trabajos que exigen un mayor sacrificio personal en cuanto a jornadas u horarios. Y en cuarto lugar, las administraciones tienen que incentivar que la gente trabaje, y no al contrario, porque la extensión de los subsidios, con cifras récord en los últimos años, unido al trabajo sumergido, están detrás de mucho rechazo a ofertas laborales.
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