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Les he prometido a mis amigos Iñaki y Yoli que iba a dedicarles esta columna. Desde hace un tiempo, ambos forman parte de esos batallones de padres y madres que, al llegar las fiestas de verano, tienen que ponerse el despertador a las cuatro o ... las cinco de la mañana para recoger a sus hijos en el pueblo de turno tras finalizar la verbena. Es una rutina estival más, como tomar el aperitivo en el bar del pueblo, hacer una buena chuletada al sarmiento o echarse una siesta al fresco. A mí todavía no me ha tocado, pero me tocará en breve. Y me convertiré así en uno de esos sufridos y abnegados padres que, por comodidad de sus hijos pero, sobre todo, por su propia tranquilidad, ejercerá como taxista nocturno por las carreteras de La Rioja.

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larioja Padres de verbena