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Tras la recomendación de la Unión Europea de que preparemos kits de supervivencia para 72 horas, conozco ya a varias personas que se han lanzado ... al supermercado a comprar alubias en lata, litros de agua y barritas energéticas y que se han agenciado además linternas, radios y hornillos de gas. No es un aviso aislado. Los países del norte de Europa, fronterizos con Rusia, hace ya varios meses que han distribuido folletos entre su población y han empezado a dar cursos de preparación para la guerra, aconsejando incluso acopiar pastillas de yodo por si se produce un ataque nuclear.
Alguien podría pensar que todo esto es una estrategia de las empresas armamentísticas para aumentar sus ventas, ya que el rearme anunciado por la UE les va a reportar sustanciosos beneficios. Y no seré yo quien les quite la razón, porque ya sabemos cómo se las gasta el lobby de las armas cuando quiere hacer negocio. Pero, además, hay también una intención por parte de las autoridades europeas, y de muchos gobiernos, de asustar a los ciudadanos con la inminencia de un conflicto para que así acepten de mejor grado un aumento considerable del dinero que destinamos a defensa, que en circunstancias normales quizá no aceptaríamos.
En este contexto, la pregunta clave es: ¿cuánto de cerca está de verdad la guerra? Si tenemos en cuenta las amenazas, quizá más próxima de lo que pudiéramos imaginar. Tenemos por un lado a Putin, un tirano que lleva un cuarto de siglo en el poder, que ha ido eliminando uno a uno a sus principales opositores y que, desde hace años, y en connivencia con China, viene planificando cómo acabar con la Unión Europea y agrandar su imperio. Y, por otro lado, está también la amenaza de Trump, que coquetea con la idea de sacar a EE UU de la OTAN y dejarnos a los europeos completamente desprotegidos. Y esto sí que es muy preocupante, porque pondría en evidencia nuestra debilidad. ¿Va de farol el presidente americano? Con él nunca se sabe, pero si uno mira los canales de noticias americanos más alineados con el trumpismo se da cuenta de por dónde van los tiros. Hablan de los europeos como parásitos, que hemos vivido de su paraguas protector sin hacer nada por garantizar nuestra seguridad (y en esto no dejan de tener algo de razón). Algunos comentaristas lanzan con ira sus dardos contra nosotros diciendo que, si Rusia nos declara la guerra, nos lo habremos merecido.
Y, ante este panorama, ¿qué hacemos? ¿Nos quedamos de brazos cruzados, pensando que estas amenazas se diluirán por arte de magia? ¿O, por mucho que nos cueste, empezamos a concienciarnos de que quizá la única vía que nos queda es enseñar los dientes y aumentar nuestra capacidad de defensa? La Unión Europea ya ha tomado partido, porque sabe que reforzar nuestra seguridad es la única arma de disuasión frente a la amenaza rusa y la desidia americana. En definitiva, prepararnos para la guerra... para tratar de evitar la guerra.
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