PNV y Bildu llegan a las elecciones vascas del domingo casi empatados. Puede haber sorpresas, porque las encuestas las carga el diablo, pero lo que parece ya claro es que la llave del gobierno la tendrán los socialistas, que decidirán cuál de los dos partidos ... se alza con el poder.

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Lo esperable es que respalden al PNV y reediten la coalición que han tenido hasta ahora. Pero ¿qué pasa si Bildu gana con un margen lo suficientemente amplio? ¿Se decantará Sánchez por ellos, sabiendo que los necesita para seguir en Moncloa? No es una decisión fácil. Los socialistas han repetido varias veces durante la campaña que no les apoyarán. Pero también prometieron no entregarles la Alcaldía de Pamplona. Y que no iba a haber amnistía, porque era claramente inconstitucional. Por tanto, la opción de un gobierno de izquierdas liderado por Bildu no puede descartarse.

A muchos de los que guardamos memoria de lo que ha supuesto la izquierda abertzale en el pasado, la posibilidad de que gobiernen no nos entusiasma. Pero la política vasca no puede entenderse desde fuera del País Vasco y, cada vez que lo hemos hecho, nos hemos equivocado. Al igual que pasó en Irlanda del Norte, los vascos han olvidado y han cerrado heridas (a pesar de que algunas aún supuren) y no podemos seguir anclados en los años en los que ETA sembraba el terror, porque ETA ya no existe. Le pese a quien le pese, Bildu es un partido legal y por mucho que, desde fuera de Euskadi, se intente seguir identificándolos con ETA, esto no ocurre entre la inmensa mayoría de la ciudadanía vasca.

Precisamente cuando el terrorismo nos causaba tanto dolor, todos los partidos exigían al entorno independentista condenar la violencia y que se decantaran por la vía política para defender sus posicionamientos. Y eso es lo que han hecho. Y, además, de una manera certera si lo miramos en términos de estrategia política. Primero, porque han ido apartando, al menos de la primera línea, a los líderes históricos que recordaban esos tiempos pasados, incorporando a muchos representantes del tejido social sin esa vinculación. Y segundo, porque Bildu supo ver que posicionándose solo como un partido independentista no conseguiría nunca nada. Es por eso que empezaron a mostrarse ante el electorado como una formación de izquierdas (ni siquiera de extrema izquierda), sensible a los problemas de la gente (vivienda, empleo, salarios, pensiones...). Y un buen ejemplo de ello ha sido esta campaña, en la que apenas han hablado de independencia, porque saben que ahora no toca.

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Por todo esto es por lo que Bildu, pase lo que pase el domingo, ya ha ganado. Quizá no consiga la mayoría en estas elecciones, pero acabará por tenerla en las siguientes. Porque lo que ha logrado es afianzarse como un partido con serias opciones de gobierno, posicionándose entre la ciudadanía vasca como una alternativa, sobre todo entre los más jóvenes. Y no hay más que mirar las encuestas y los resultados de este domingo para terminar de comprender esta realidad.

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