Secciones
Servicios
Destacamos
Recuerdo con nostalgia esos domingos de primavera en Madrid, cuando mi mujer y yo, aún solteros y sin hijos, solíamos desayunar tranquilamente en una terraza ... mientras leíamos los dos o tres periódicos que habíamos comprado en el quiosco al lado de casa. De eso parece que han pasado siglos. Cuando llegaron los niños, esa rutina de lectura dominical empezó a hacerse cada vez más difícil. Pero, aunque parezca un milagro, nuestro quiosco sobrevivió y sigue allí.
Otros muchos no han corrido la misma suerte, como el quiosco 'Paco' de Santo Domingo de la Calzada, de cuyo próximo cierre tras 63 años de existencia informa Diario LA RIOJA. Apenas hace dos décadas, había casi 30.000 en toda España. Hoy solo quedan abiertos unos 4.000. Y en La Rioja, donde llegamos a tener unos 50, los supervivientes se cuentan con los dedos de la mano. Tras irrumpir internet, el papel empezó a decaer y, con ello, comenzó el declive de los quioscos. La digitalización, que ha ido arrasando también a otros muchos sectores, como los videoclubs o incluso los cines, ha ido poco a poco acabando con ellos.
El de al lado de mi casa, como otros muchos, hace ya tiempo que casi no vende periódicos. Años atrás, a primera hora de la mañana tenía tacos con más de cien ejemplares de cada diario y había que hacer cola para comprarlos. Hoy apenas exhiben una decena. Y aun así, al acabar el día muchos son devueltos porque no han sido vendidos. Para sobrevivir, han tenido que reinventarse. Las revistas aún aguantan, pero ahora viven sobre todo de las chuches, cafés, refrescos, snacks, tabaco, bonobuses, recuerdos turísticos y coleccionables de todo tipo. Y otros han tenido una segunda vida como puestos de intercambio de libros o puntos de información turística o de servicio público.
Como periodista, no puedo dejar de sentir cierta nostalgia ante el fin de los quioscos. Su desaparición es síntoma de un cambio profundo en la forma en la que los ciudadanos nos relacionamos con un bien tan necesario en las sociedades democráticas como es la información. Antes estábamos acostumbrados a pagar por recibir noticias. La información tenía un precio y, sobre todo, un valor. Y no solo económico, puesto que también dedicábamos algo tan preciado como nuestro tiempo para leerla. Hoy, sin embargo, la hemos devaluado. Todo lo queremos gratis y lo queremos rápido. El periódico, ese producto estrella de los quioscos, era el lugar donde profundizar y buscar contexto a las informaciones de urgencia que nos contaban radios y televisiones. Era un espacio de reflexión, de lectura racional pausada. Nada de esto pervive en la actualidad, donde nos quedamos con una lectura superficial de titulares, por donde nos suelen colar la desinformación. La crisis de los quioscos es la crisis de ese periodismo de calidad, de fuentes contrastadas, análisis y rigor que hoy, por más que no nos demos cuenta, sigue siendo más necesario que nunca.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.