La propuesta pública de Albert Rivera para que Ciudadanos y PP constituyan una coalición de Gobierno tras las elecciones del 28 de abril confirma su empeño en situarse en el ámbito del centroderecha y en insistir en que su objetivo es desalojar a Pedro Sánchez ... de La Moncloa. Aunque la propuesta obedezca al temor de que Ciudadanos pierda apoyos por su flanco derecho y se formulara como invitación dirigida a Pablo Casado para que se incorpore a un proyecto liderado por Rivera, sus efectos pueden volverse en contra del partido 'naranja'.

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Así lo indica la respuesta de Casado, cuando en una réplica de mal gusto ha ofrecido al líder de Ciudadanos la cartera de Exteriores en el Ejecutivo que aspira a presidir. Hace diez meses, en vísperas de la moción de censura contra Mariano Rajoy, Ciudadanos tendía a igualarse en intención de voto con populares y socialistas. Si Rajoy hubiese optado por disolver las cámaras y convocar elecciones antes de que se formalizara la moción, Rivera habría tenido bastantes posibilidades de encabezar la alternancia. Pero la investidura de Pedro Sánchez acabó con lo que parecía el ascenso imparable de Ciudadanos.

Tal revés y la aparición de Vox han obligado a Rivera a movimientos tácticos dirigidos a preservar, en lo posible, sus expectativas de voto. Los esfuerzos de Ciudadanos por evitar desangrarse hacia su derecha lo han descentrado a favor del PP y del PSOE, a favor del restablecimiento parcial del universo bipartidista. Es probable que Rivera no tuviera otra opción que conducirse de esa manera. La reivindicación del centro político como su espacio natural podía ser aún más perjudicial para sus intereses electorales en un ambiente tan polarizado a cuenta, precisamente, de la crisis catalana.

Pero al enarbolar el desalojo de Pedro Sánchez de La Moncloa como objetivo de sus propósitos, e insistir en ello, Ciudadanos ha de afrontar tres situaciones fatales a la vez: brinda a Pablo Casado el liderazgo del centro-derecha con vistas al 28-A, cede buena parte del centro político a Sánchez y se ata de pies y manos ante la eventualidad de que la suma con el PP y con Vox no alcance la mayoría en el Congreso y en el Senado, con lo que fracasarían en su objetivo principal. La apuesta de Albert Rivera y de Ciudadanos contra Pedro Sánchez acaba conminando al partido 'naranja' a sacrificarse a favor de la unidad del centroderecha a través del apoyo al PP y a Pablo Casado. Una consecuencia de que la polarización y el maniqueísmo han acabado dividiendo a las formaciones constitucionalistas y legalistas, y amenazan con empantanar al país en la inestabilidad.

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