Rivalidad fatídica
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El sorpresivo paso de Ángel Garrido del PP a Ciudadanos es revelador del nivel de competencia mutua en el centro-derechaEl paso dado por Ángel Garrido, al aceptar presentarse a los comicios autonómicos de Madrid en la lista de Ciudadanos saliéndose de la candidatura del PP a las europeas, fue ayer el último episodio de la pugna que mantienen las formaciones del centro-derecha ... por el espacio político que comparten. Ello al día siguiente de que el segundo de los debates electorales había aflorado el interés de Albert Rivera por marcar distancias respecto a Pablo Casado, hasta el punto de que éste se vio en la necesidad de señalarle que no es su adversario. Pugna que se extiende a la confrontación de ambas formaciones con Vox. El acuerdo suscrito para gobernar la Junta de Andalucía por el PP con Ciudadanos por una parte y con Vox por la otra hizo visible la obligada conjunción entre las tres formaciones en respuesta al cambio operado en la política española tras la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa y como reacción a la crisis desatada por el independentismo mayoritario en el Parlamento catalán.
La coincidencia mostrada en los objetivos de gobierno frente al entendimiento entre PSOE y Unidas Podemos, y a la eventual sintonía que estos pudieran alcanzar con el secesionismo, contrasta con la manifiesta rivalidad por la que los aliados de Andalucía comparecen divididos a las urnas del 28-A y del 26-M. Lo que está en el origen de la indecisión con que sus posibles votantes esperan la llegada del domingo electoral. La insistencia de Casado y de los demás candidatos populares en presentarse como la opción de referencia que aseguraría la unidad de la derecha, y el auge de Vox como una formación en parte desgajada del PP, han contribuido a que se vinieran abajo las expectativas electorales que Ciudadanos tuvo motivos para albergar durante los últimos meses del mandato de Mariano Rajoy. La política partidaria responde a un impulso más poderoso que la búsqueda del poder, cual es la propia supervivencia. La persistencia de vasos comunicantes entre los electorados del PP, Ciudadanos y Vox genera una tensión crítica para cada uno de ellos. No solo para sus respectivas aspiraciones inmediatas; también para su continuidad en tanto que proyectos autónomos. El momento y la forma en que Garrido ha pasado del PP a Ciudadanos representan un proceder personal cuestionable; pero sobre todo son reveladoras del nivel de competencia mutua en que viven partidos que se dicen condenados a coaligarse si quieren gobernar. Lo que sin duda desconcierta a sus potenciales votantes.
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