El rítmo de la vida

Gran premio del jurado y premio al mejor actor emergente (Filippo Scotti) en Venecia respaldan un relato sobre el crecimiento personal de un adolescente educado por una familia muy particular, encabezada por un padre chispeante encarnado por el actor fetiche de Sorrentino, Toni Servilo. Vínculo insustituible compaginado con las experiencias de amigos, el cine y el pelusa como fuente de un fuerte arraigo.

El autor de 'La gran belleza' retorna a su tierra sureña y a sus gentes para construir, en un marcado acento autobiográfico, una emotiva y conmovedora historia acerca del impacto del destino y la arrebatadora fascinación por un contexto social de picaresco tono costumbrista.

La acción se desarrolla en los años 80 marcados por el fragor y orgullo que significó la llegada del astro argentino a Nápoles y las evocadoras peripecias que le suceden a Fabietto Schisa, interpretado por el mencionado Scotti, un chaval muy enganchado a su entorno y testigo de episodios que forjan un recuerdo vivo y ocurrente.

La película es un efusivo y hermoso retrato de gentes y calles, también del puerto, pero sobre todo una crónica social, como un álbum de vida y color, acerca de la burbujeante idiosincrasia de un montón de figuras que por sus trazas, diálogos e interrelación entre ellas guarda muchas similitudes con el original estilo del maestro Fellini.